Seguro que conoces a la histeria como se la entiende hoy en día. A saber un descontrol de las emociones. Una persona (más bien una mujer) que no sabe lo que quiere, que cambia de parecer muy rápido, sin razón o motivo aparente, que no controla sus emociones. 😵😜
¿Pero conoces la fascinante historia de la histeria, la enfermedad del útero que no era una enfermedad?
La Histeria : Historia de una enfermedad que traduce una represión sexual femenina durante siglos.
¿ Qué es la Histeria ?
Hoy, la histeria en la visión más común se asocia al descontrol de las emociones. Se suele asociar a las personas que tienen reacciones exageradas, llamándolas “histéricas”.
La palabra “histeria” viene del griego “histera”, lo cual significa “útero”. Por lo cual está claramente relacionada desde sus comienzos con el útero y sólo afectaba a las mujeres, ya fueran vírgenes, monjas, viudas, casadas.
A lo largo de toda la historia, la histeria ha sido asociada con la sexualidad. Es la enfermedad al origen de la invención del vibrador.
¿ Como nació el diagnostico ?
El texto médico más antiguo sobre la histeria es un papiro del Antiguo Egipto descubierto en Kahoun de 1900 a.C. Se denominaba entonces la histeria como “perturbaciones del útero”.
En la Antigüedad Clásica muchos filósofos y médicos como Platón o Hipócrates abordaron el tema de la Histeria. Para entonces y según ellos, se trataba de un problema ginecológico, derivado del desplazamiento del útero en el cuerpo de la mujer.
Platón : El útero es «un animal dentro de un animal”
Platón afirmó en Timeo que el «útero es un animal que vive dentro de [la mujer] con el deseo de hacer hijos». Y que «cuando permanece mucho tiempo estéril después del periodo de la pubertad apenas se le puede soportar». Entonces el útero, al no tener lo que desea (hacer hijos), se indigna y va errante por todo el cuerpo, bloquea los conductos del aliento e impide la respiración, causando todo tipo de afecciones.
Esto explicaba muchas patologías femeninas como : desfallecimientos, insomnio, retención de fluidos, pesadez abdominal, espasmos musculares, respiración entrecortada, irritabilidad, fuertes dolores de cabeza, pérdida de apetito e incluso la «tendencia a causar problemas». Con un sin fin de síntomas posibles, casi cualquier dolencia podía servir para diagnosticar la histeria.
Durante el siglo XIX, la Histeria adquiere mayor poder como diagnóstico médico. Se llega a estimar que una de cada cuatro mujeres está aquejada de histeria.
Según la Medicina, la mujer posee instinto sexual y necesita las relaciones sexuales para mantenerse sana. Se reconoce la importancia de un útero sano para la reproducción.
Y allí está el problema. Toda la sexualidad femenina gira en torno a la reproducción. El placer sexual femenino siendo totalmente tabú, negado e inhibido.
La desaparición del diagnóstico de la histeria
A comienzos del siglo XX, al profundizar en el estudio de la mente y a medida que las técnicas de diagnóstico mejoraban, el número de casos decreció hasta que no quedó ningún caso diagnosticado y que desapareció por completo el diagnostico de la histeria.
Es en 1952 cuando la Asociación Americana de Psiquiatría (A.P.A) por fin desacreditó la histeria como enfermedad.
¿ Como se curaba la histeria ?
A lo largo de la Historia y con el paso de los tiempos, se investigaron y se usaron numerosos tratamientos para curar la histeria. Y algunos de estos tratamientos eran dignos de la tortura.
En la Edad Media, la histeria era estrechamente vinculada con la Iglesia y la brujiría. Se consideraban a las mujeres con histeria como brujas influenciadas por el Diablo. La histeria era entonces tratada desde el ámbito religioso y la Iglesia era la encargada de tratar a estas mujeres endemoniadas e histéricas. El «tratamiento», o más bien castigo, era la hoguera.
Las fumigaciones medievales aparecieron en la Edad Media para tratar la histeria. Consistía en hacer que la mujer se sentase sobre un quemador que producía humos ardientes para así sofocar el útero y relajar los genitales.
Al ser el útero el causante de los males, algunos consideraron que la solución era extirparlo, extirpando a la vez ovarios e incluso el clítoris.
Otra prescripción en la medicina medieval era el coito si la mujer estaba casada, el matrimonio si estaba soltera y el masaje de una comadrona como último recurso, para las monjas, viudas o en caso de marido impotente.
La hidroterapia hizo su gran aparición en el siglo XIX, y se popularizó en los balnearios. Consistía en la aplicación de agua a presión o agua bombeada en los genitales femeninos haciendo que se excitaran los centros nerviosos. Tuvo mucho excito pero resultaba muy caro por lo que los médicos tuvieron que seguir investigando para encontrar un tratamiento que estuviera al alcance de todas las mujeres, independientemente de sus recursos económicos.
Durante el siglo XIX, el tratamiento más común de la Histeria era el “paroxismo histérico”, mediante un “masaje pélvico”.
Este paroxismo no era otra cosa más que el orgasmo, al cual se llegaba mediante la masturbación.
Se basaba en la estimulación de los genitales manualmente por parte del doctor o de la comadrona hasta llegar al orgasmo.
Así fue como “curaban” las tensiones sexuales femeninas reprimidas.
Los médicos de la época reconocían que el desorden provenía de la insatisfacción sexual. Sin embargo, parecían reticentes a admitir el propósito sexual de los dispositivos empleados para tratarlo.
De hecho, este masaje pélvico no se consideraba un acto sexual al no haber coito.
La invención del vibrador
Durante el siglo XIX, se estimaba que 1 de cada 4 mujeres sufría de histeria y empezó a volverse un problema para los médicos que se cansaban ya que podían tardar hasta una hora en realizar dicho masaje pélvico.
Entonces, los médicos empezaron a inventar todo tipo de artefactos para aliviar el tratamiento y que este fuera más fácil, más efectivo, más rápido y más limpio.
Y así es como nacieron los primeros vibradores. No con el fin directo de dar placer a las mujeres, sino para aliviar a los médicos.
El médico británico Joseph Mortimer Granville fue el primero en crear el vibrador en 1870.
En 1902 se comenzaron a comercializar los primeros vibradores, teniendo sus publicidades en revistas de tareas del hogar como un electrodoméstico más.
Sin embargo, la masturbación femenina seguía considerándose indecente por lo que sólo era permisible en un contexto puramente médico y siempre con la ayuda de su marido.
Por suerte, las mentalidades van avanzando y la libertad sexual de las mujeres se encuentra ya menos cuestionada en nuestros paises. Podemos disfrutar de nuestra sexualidad sin que se restrinja a la reproducción.
Sin embargo, no tenemos que olvidar que aún existe en el mundo la inexistencia del sexo y el orgasmo como un derecho para muchas mujeres, ya sea por religión, cultura, pobreza o negligencia.